martes, 17 de agosto de 2010

Violencia y Agresividad

Vivimos en una época, en el que su gran mal es lo que llamamos "La triada trágica".
La soledad, reflejada muchas veces en depresión,
las adicciones, ya sean a sustancias, relaciones...
y la violencia.

Cuando hablamos de "violencia", parece que todos tenemos claro a qué nos referimos. Y quizás no sea tan claro el término.
Quiero emparejar la violencia, al término "agresividad". No por ser lo mismo, sino por abarcar mejor la idea.
Con el término violencia, que suena muy contundente, podría dejarme conductas violentas que no son tan fuertes como el término refleja. En cambio con el término agresividad, podría no fijarme en otros aspectos que por su crudeza se nos podrían olvidar.
 Por eso las uno, para explicar esta tercera punta de la "Triada Trágica" de nuestro siglo:

  • Tomar una actitud de pasar de todo;
  • Agredir físicamente;
  • Elevar la voz;
  • Provocar;
  • Robar;
  • Insultar y utilizar apelativos despectivos;
  • Individualismo;
  • Mentir;
  • Trampear....

No tendríamos ninguna dificultad para identificar a la agresión física como un acto claro de violencia pero, dentro del comportamiento habitual de las personas en nuestra sociedad, se producen conductas agresivas y violentas que generan a su vez agresividad.
Conductas como la mentira, el trampear, que muchas veces las identificamos con ser listo, son generadoras del embrión de la violencia.
En el mundo mercantil, engañando a clientes con un producto, exagerando deliberadamente sus propiedades. En nuestro ámbito de trabajo, exagerando nuestros méritos. En el ambiente familiar, engañando a la pareja... Podríamos citar un sinfín de ejemplos en los que el trampear está hasta bien visto.
Esto sin saberlo genera agresividad. A nadie nos gusta sentirnos engañados. Nos enfada.

Nos enfada, esta "sociedad", la que nosotros alimentamos, en la que somos meros números. Se prima el individualismo. La solidaridad es contra natura en esta sociedad.
Nos crea agresividad sentirnos olvidados por nuestra propia sociedad, pero nosotros nos olvidamos de los que están junto a nosotros. Padres, madres, abandonados en residencias de ancianos. Hijos abandonados emocionalmente en mitad de las disputas de separación...
Hábitos de convivencia con los que nos comunicamos a gritos. Salimos de cenar agradablemente con nuestros amigos a las dos de la mañana y seguimos bromeando con tonos de voz que distorsionan el descanso de nuestros vecinos. Ante los "chulos del volante", no dudamos, aunque no sirva para nada desahogar nuestra frustración, pitando, gritando o insultando si es necesario. Sin pensar si está el hijo sentado en el coche o contribuyo  a la contaminación acústica o a crear, simplemente, más tensión.

El estrés de nuestras ciudades. El estrés de nuestro estilo de vida.
Miedos, inseguridades, frustraciones, vacíos. Detrás de estas muestras de agresividad, está una necesidad de tapar sufrimiento interior.
Sufrimiento que no afrontamos y nos lleva a un vacío existencial. La agresividad juega su papel y nos "ayuda" a disfrazarla de violencia para tapar el miedo que sentimos al mirar a nuestros vacíos.

6 comentarios:

LOLA dijo...

Hola, me resulta muy interesante lo que comentas. Percibo cierta prisa por tu parte en decirlo todo en pocas malabras, pero escribir no es facil, a mi me ocurre algo parecido. Agradezco el que hayas iniciado este camino, seguiré tus comentarios. Yo tambien tengo un blog: La abuela pillada al vuelo.
Un saludo.
Lola

Javier Aranguren dijo...

Gracias, Lola, por los ánimos para el principiante en blog. Espero poder seguir alimentando este txoco e ir mostrando poco a poco la Logoterapia.

Saram dijo...

He entrado por casualidad y me ha resultado interesante lo que escribes.
Hablas de la tríada trágica: soledad, adicción y violencia. Pero ¿no es la Soledad el origen de las otras dos?Si yo estoy sólo, si no conecto con mi contexto y/o con lo que hago, ¿no estoy perdido en la inmesidad? Creo que tras la actitud de buscar un aliciente o sustituto en la droga o bien arremeter con violencia...es porque me siento perdido. Creo que puede ser que las dos sean resultado del hecho de sentirse SOLO. Me gustaría saber tu reflexión. Gracias.

Javier Aranguren dijo...

Espero que la casualidad de tu entrada sea la primera de muchas otras.
Las tres están muy relacionadas. Las adicciones conllevan soledad y algún tipo de violencia, agresividad. Son males que pueden venir solos. La soledad sentida, que nos lleve a una depresión noógena, existencial, no tiene porqué derivar en ninguna de las otras dos.
Sí tienen las tres, al vacío existencial, como denominador común y en definitiva, es el gran mal de nuestra sociedad.

Saram dijo...

Gracias por tu respuesta.
Reflexionando sobre tus palabras, entiendo que detrás de la triada trágica está el vacío existencial (que sería la patología), y la soledad, agresividad y adicción las vías de expresión de esta enfermedad. Que pueden no ser excluyentes o bien darse independientemente.
Suponiendo que esto es así, se me ocurre una pregunta que igual te parece vana: "¿se puede padecer vacío existencial sin estar sólo, sin tener una adicción o sin mostrarse agresivo? Estoy pensando en algo concreto. La sensación que me provoca con respecto al caso que tengo en mente es como si esta persona se "deslizara" por la vida, como si optara por no ser partícipe de su propia vida, ser espectador. Puede manifestarse socialmente agradable y no presentar adicción o violencia alguna. Pero su actitud es como de "stand by".
No sé si me expreso bien.
Entonces me genera la incertidumbre de cómo poder hacer que se active, que tome otra actitud, hacerle ver que la vida que tiene delante es para vivirla y no para verla.

Javier Aranguren dijo...

Por supuesto que sí.
Es la persona que puede decirte. "Tengo una familia maravillosa, unos hijos majísimos, una pareja que me quiere, un trabajo que me da estabilidad económica, (...), pero la vida me parece gris, carente de sentido, vacía..." Muchas personas en nuestro entorno, creo que se encuentran en esta situación.
Te preguntas cómo activarlos. Las recetas no existen. Recuerda, cada persona es única y especial. Cada uno debe descubrir su camino de sentido. Nosotros, solamente podemos acompañar y ayudar a ver, lo que cada uno va mirando.