martes, 29 de mayo de 2012

Meditaciones ante una vela. Parte I

Txindoki. Gipuzkoa
Recientemente, releyendo a Elizabeth Lukas, me volví a encontrar con un capítulo realmente maravilloso. En su libro escrito en colaboración con Cladio C. García Pintos, "De la vida fugaz". Ediciones LAG, 2002. En su capítulo 3º, "La cera se convierte en luz: Meditación ante una vela". La autora nos hace reflexionar ente una vela de la vida. Ella se inspira en unas reflexiones de Margarita Fütterer-Goos.

Miro la vela. Una columna de cera y asomando, recorriendo todo su interior, un hilo, el hilo. Sino tuviera ese filamento no sería vela, sería un montón de cera. Ese hilo es lo que le da significado de vela, La enciendo, prendo el hilo y con su llama ilumina mi estancia. Crea reflejos, sombras, chisporroteo, olor. Poco a poco la cera se derrite y va desapareciendo. Se va evaporando.  Se convierte en humo. La cera, la vela va desapareciendo, lentamente, gota a gota. Es inevitable que desaparezca. solamente cuando no prende, cuando no cumplió su función, su misión. ¿En qué se convierte la vela cuando se consume? En calor y en luz. La sustancia se convierte en función. Ambas están en relación directa. Cuanta más sustancia ha perdido, más intensamente ha cumplido su función, más intensamente ha iluminado por lo cual fue creada. Según va cumpliendo su misión de iluminarnos, la cera y el hilo se consumen. Se entregan para realizar su misión. La vela despertada a la vida por la llama, se convierte en luz y ha entrado en el tiempo.


Y con las personas, ¿no pasa lo mismo? Necesitamos encendernos a la vida para poder dar nuestra luz. Cuando nace un niño, es todo posibilidad. Mi hijo tiene ahora casi diez meses. Le miro y me hago estas preguntas. ¿Qué será de mayor?, ¿qué persona formarán sus pasos?. Es necesario que crezca y vaya consumiendo su Sustancia para dar forma a su función, a su sentido.

Se llama Inar, que en euskera significa "rayo de luz", muy apropiado para estas reflexiones. Su pábilo encendido, su espíritu, nos da luz, igual que la vela da luz a la estancia y la ilumina. Va cumpliendo su función. Va entrando en el mundo, es decir, en relación con su mundo va dejando su impronta. Su luz viene ardiendo, ya casi diez meses. Cada instante ha iluminado nuestras vidas, ha ido quedando en el pasado. Ahora transcurre en el tiempo. Al encenderse, al nacer, ha entrado en la historia. Se convierte en verdad que existe, que siempre existirá.

Ya, su tiempo vivido pertenece a la verdad de la existencia. Es vela consumida. Ya nada puede perturbar el resplandor de su existencia vivida. Nunca se apagará el hecho de que haya ardido, lo que ha entrado en el tiempo, se hace eterno. Aún le queda, seguramente, mucha luz que reflejar y a cada instante que pasa va acumulando "verdad" vivida.

2 comentarios:

Unknown dijo...

Hola Javier, hoy lunes 21 de febrero del 2022 he visto tu blog de Meditaciones ante una vela y tu hijo Inar ya tiene 10 años de brillar con su luz propia. Enhorabuena

Javier Aranguren dijo...

Sí así es. El también se incorporó a este mundo iluminando su propio camino y propósito.
Gracias por mostrármelo