martes, 14 de diciembre de 2010

Secretos vs. Oportunidad

Los secretos son parte de nuestras vidas. Poco a poco, sin avisarnos, nos van comiendo el terreno de nuestro ser interior. Los vamos acumulando en nuestras vida, y lentamente nos van aplastando psicológicamente.

Con el pasado vamos sumando vivencias. Agradables, dolorosas... pero existen unas, las que convertimos en secretos, que nos apagan la luz y casi, sin darnos cuenta, nos llenan de tinieblas. Nos hunden en el agujero existencial. En el vacío existencial.

Pertenecen al pasado, pero los hacemos presentes al convertirlos en secretos íntimos. Son esos miedos ocultos, esas vivencias de culpa vergonzosas. Fantasmas del pasado, que sentimos amenazantes. Hechos vergonzosos por haber provocado dolor en otras personas. O incluso situaciones, en las que hemos sido nosotros las víctimas, que solamente al recordarlas nos causa tal excesivo dolor que incluso nos dan vergüenza.

Todas estas vivencias deberían quedarse en el pasado, pero nos pesan y las callamos.

Se convierten en silenciosos secretos. Empiezan a pesar. Nos llenan de miedo, nos aterra que alguien descubra nuestro secreto y podamos volver a sufrir.

Pero seguimos sufriendo, ya que siguen siendo presente. Nos aislamos y nos hacemos cada vez más vulnerables, en el mundo, en nuestro mundo. Del que cada vez nos aislamos y retrocedemos un pasito más. Cuanto más aislado me situo, más vulnerable soy.

Enfermo con mucha más facilidad. La rabia me va dominando. Me defiendo. Me aíslo. El mundo lo siento agresivo. Me aíslo. Me siento solo. Estoy en depresión. 
Ya nada merece la pena. Solamente quiero aislarme. No veo color, no veo luz. Las drogas me ayudan a no pensar. Quiero vivir rápido. No pienso. Consumo.
Me siento solo. El pasado - presente, me pesa demasiado. Nada merece la pena.

Para devolverle a una persona la esperanza, el futuro, pasa por darle  una oportunidad. Primero una oportunidad él mismo. Es uno mismo quién tiene que darse la oportunidad de querer salir de la oscuridad, del vacío. Es uno mismo quien tiene que darse la oportunidad de poder creer en el futuro y de ver algo de luz, de esperanza. De ejercer la voluntad de sentido. 

Pero aquí radica nuestra responsabilidad. El mundo, el entorno de la persona doliente, sin esperanza, necesita situarse en el mundo. Y el mundo debe estar a la altura. Cómo? Dando a su vez Oportunidad.
El mundo, el entorno, debe saber mostrar, que sí, que es posible, que el futuro existe y te da la oportunidad de conseguirlo. Solamente así, la Libertad de voluntad que toda persona tenemos, la pondremos en marcha. De forma natural, la voluntad de sentido de toda persona, podrá ir mostrando el Sentido de la vida.
La oportunidad que brinda el mundo, estimula la oportunidad que cada uno de nosotros necesitamos para avanzar con nuestros secretos. Oportunidad para romper el secreto y dejar que regresen al pasado y encontrarle un sentido desde el pasado.

Secretos vs. Oportunidad. Secreto versus Oportunidad. Secreto "contra" Oportunidad. No quiero enfrentarlos. No se trata de uno por otro. Quiero rescatar la verdadera etimología latina de la expresión "versus". "Hacia a", "ir hacia". El secreto va hacia la oportunidad. En esa dirección encuentra la liberación y el crecimiento la persona. Radica en cada uno de nosotros en darnos oportunidad y de dar oportunidad. Dirigir nuestra vida, nuestro rumbo, hacia la luz que nos brinda la esperanza.

miércoles, 24 de noviembre de 2010

El Jardín de la Paz

Este monolito se encuentra en Normandía. "El jardín de la Paz", junto al cementerio alemán, de la 2ª Guerra Mundial.

Dice así: “Die Frage des Friedens ist keine Frage an die Welt, sondern eine Frage an jeden selbst”  "La cuestion de la paz no es ninguna pregunta al mundo, sino es una pregunta a cada uno mismo", Karl Jaspers. 1883 - 1969

Fue una sorpresa encontrarme con una cita de Jaspers. Nos da, claramente, en la responsabilidad de cada uno.

La paz no es una cuestión que tengamos que hacer al mundo, sino es a cada uno de nosotros, a los que nos corresponde dirigir la pregunta. No es preguntarnos, porqué no hay paz, porqué hay violencia, terrorismo... La pregunta es a nosotros, a cada  uno de nosotros y en primera persona. ¿Qué hago yo para tener paz?. ¿Qué hago yo para luchar contra el terrorismo, contra la violencia que hay en nuestro entorno?.

Es nuestra la responsabilidad de preguntarnos a nuestro ser interior, a nuestra conciencia. No se puede seguir siendo un mero espectador de lo que pasa a nuestro alrededor. Somos partícipes, protagonistas y por eso tenemos el "deber" de preguntarnos, qué papel queremos jugar. No se puede eludir la pregunta. Nosotros no preguntamos al mundo porqué... es el mundo el que nos pregunta a cada uno de nosotros, para qué..

La violencia está en nuestro mundo. Visitaba los cementerios de la 2ª Guerra Mundial y poco a poco me iba dejando sin palabras. Poco a poco, se me secaban los pensamientos. ¿Cómo ha sido posible?, ¿Cómo hemos podido permitirnos llegar a esto?. Pensaba en la situación del País Vasco, de donde soy. Tantos años de terrorismo y violencia. Tanto dolor. No es posible borrar toda esta Historia del mundo. Nos pertenece, para vergüenza del futuro y del presente. Pero seguimos teniendo la responsabilidad en nuestras manos, "y ahora ¿qué puedo hacer...?". Necesitamos encontrar un sentido a tanto dolor sin sentido. Quizás, Viktor Frankl, sin la Guerra Mundial y sus campos de concentración, habría desarrollado sus ideas de Logoterapia. No eran necesarias, por supuesto. Pero sí podemos decir que esas experiencias límite de la vida, le aportaron una madurez y una sabiduría únicas para él. Quizás algún día todas las victimas y dolientes  del terrorismo podamos llagar a responder para qué tanto dolor. 

Es una cuestión personal, que cada uno debe recorrer. Son experiencias vitales que van marcando nuestro camino en la vida. Se incorporan a cada uno de nosotros y nos enriquecen... ya que terminan contribuyendo a nuestra madurez de personas. El dolor, el sufrimiento impuesto, no elegido de una pérdida, no solamente es desgarro, también es algo que nos modela, que nos cincela como personas.

Yo soy como soy, por la suma de todas mis experiencias vitales. Yo soy como soy, gracias a todas mis experiencias vitales. Las gratificantes y las dolorosas. Por todas.

martes, 19 de octubre de 2010

Logoterapia y toxicomanías


     Trabajo en un centro terapéutico educativo para personas con problemas de drogadicción. Soy el responsable de la comunidad terapéutica (CT), y hoy me ha tocado realizar una de las funciones más desagradables. Expulsar a un usuario, sabiendo que lo que le espera es la cárcel. La justicia le reclama y no tiene más remedio que ingresar en breve.

     La cosa se endurece más, cuando a este hecho se le añade nuestra propia expulsión de la CT. Hemos tenido la certeza que esta persona hace unos meses, con otros compañeros se fueron de la comunidad, sin permiso de juerga por la noche. Consumiendo. Ya habiendo sido pillado en otra ocasión e intervenido por ello.

     Por supuesto la situación ha sido desagradable e incluso violenta.

     Cómo puede ser, que una persona sea capaz de desaprovechar la oportunidad que le vuelve a brindar la vida. Que le sucedan la segundas y terceras oportunidades y las canjee por una noche de juerga, de consumo.

     Cada uno encuentra el sentido. El sentido no se otorga, se descubre. Se encuentra en el mundo. Un día antes de la expulsión, me intentaba hacer comprender, que el robo de una camiseta por parte de otro compañero era más grave que engañar a su  propia pareja.

     “la drogadicción es la fractura de un proyecto de vida porque hay algo que altera o impide al hombre encontrarse a sí mismo y con los demás”. Gerónimo Acevedo (1996, pg. 124) 

     Esta filosofía del sujeto de necesitar la droga para poder calmar su ansiedad y su necesidad de ser protagonista hace que convierta la droga en el eje de su vida. 

     Abordar el problema de la drogadicción desde la familia, la sociedad y las disciplinas que a ello se dedican, centrándose en el objeto droga es, igualmente, otorgarle a ésta un sentido que no tiene. Mientras se le atribuya a la droga “el origen de todo mal”, la sociedad niega que es, fundamentalmente, un problema específicamente humano, niega la importancia de los valores humanos e impide al adicto asumir su responsabilidad y afrontar los cambios.

     Hoy, esta persona, estará más hundida en su desesperación. Más lejos de los demás y de sí mismo. Inmerso en un sinsentido.

El sentido no se otorga, se descubre.

martes, 17 de agosto de 2010

Violencia y Agresividad

Vivimos en una época, en el que su gran mal es lo que llamamos "La triada trágica".
La soledad, reflejada muchas veces en depresión,
las adicciones, ya sean a sustancias, relaciones...
y la violencia.

Cuando hablamos de "violencia", parece que todos tenemos claro a qué nos referimos. Y quizás no sea tan claro el término.
Quiero emparejar la violencia, al término "agresividad". No por ser lo mismo, sino por abarcar mejor la idea.
Con el término violencia, que suena muy contundente, podría dejarme conductas violentas que no son tan fuertes como el término refleja. En cambio con el término agresividad, podría no fijarme en otros aspectos que por su crudeza se nos podrían olvidar.
 Por eso las uno, para explicar esta tercera punta de la "Triada Trágica" de nuestro siglo:

  • Tomar una actitud de pasar de todo;
  • Agredir físicamente;
  • Elevar la voz;
  • Provocar;
  • Robar;
  • Insultar y utilizar apelativos despectivos;
  • Individualismo;
  • Mentir;
  • Trampear....

No tendríamos ninguna dificultad para identificar a la agresión física como un acto claro de violencia pero, dentro del comportamiento habitual de las personas en nuestra sociedad, se producen conductas agresivas y violentas que generan a su vez agresividad.
Conductas como la mentira, el trampear, que muchas veces las identificamos con ser listo, son generadoras del embrión de la violencia.
En el mundo mercantil, engañando a clientes con un producto, exagerando deliberadamente sus propiedades. En nuestro ámbito de trabajo, exagerando nuestros méritos. En el ambiente familiar, engañando a la pareja... Podríamos citar un sinfín de ejemplos en los que el trampear está hasta bien visto.
Esto sin saberlo genera agresividad. A nadie nos gusta sentirnos engañados. Nos enfada.

Nos enfada, esta "sociedad", la que nosotros alimentamos, en la que somos meros números. Se prima el individualismo. La solidaridad es contra natura en esta sociedad.
Nos crea agresividad sentirnos olvidados por nuestra propia sociedad, pero nosotros nos olvidamos de los que están junto a nosotros. Padres, madres, abandonados en residencias de ancianos. Hijos abandonados emocionalmente en mitad de las disputas de separación...
Hábitos de convivencia con los que nos comunicamos a gritos. Salimos de cenar agradablemente con nuestros amigos a las dos de la mañana y seguimos bromeando con tonos de voz que distorsionan el descanso de nuestros vecinos. Ante los "chulos del volante", no dudamos, aunque no sirva para nada desahogar nuestra frustración, pitando, gritando o insultando si es necesario. Sin pensar si está el hijo sentado en el coche o contribuyo  a la contaminación acústica o a crear, simplemente, más tensión.

El estrés de nuestras ciudades. El estrés de nuestro estilo de vida.
Miedos, inseguridades, frustraciones, vacíos. Detrás de estas muestras de agresividad, está una necesidad de tapar sufrimiento interior.
Sufrimiento que no afrontamos y nos lleva a un vacío existencial. La agresividad juega su papel y nos "ayuda" a disfrazarla de violencia para tapar el miedo que sentimos al mirar a nuestros vacíos.

lunes, 16 de agosto de 2010

Primeros pasos

Empieza una nueva etapa.
La de poder transmitir, en palabras escritas, mis pensamientos.
Pretendo que me sirva de útero para gestar mis reflexiones en Logoterapia y poder alumbrar mi visión del mundo desde esta escuela de la psicología.
Empiezo titubeando en mis reflexiones y en el marco que las contiene.
Pero estoy decidido.
Bien venido a todo el que quiera leerme.