Actualmente ni el Amor ni el
Agradecimiento están en el centro de la ciencias sociales.
Las crisis sociales duran el doble
de tiempo que las crisis económicas. La crisis social puede terminar en
Depresión social y en Exclusión social. Y sobre todo si se junta a una crisis
económica y le añadimos patologías como la toxicomanía. Este es el caso de
España, sabiendo que el índice de paro juvenil en nuestro país es del 52% y que
España es el lugar que más disposición de cocaína hay… La bomba está servida.
La exclusión social existe y no se puede negar aunque haya presión social para
que no se vea. Cuando nos preguntamos por la exclusión no preguntamos por la
persona. La exclusión social es la violación institucionalizada de la
alteridad. (descubrimiento de la concepción del mundo y de los intereses de
un “otro. La alteridad implica ponerse en el lugar de ese “otro”, alternando
la perspectiva propia con la ajena.)
Por lo tanto para luchar contra la
exclusión social se trata de abordar la cuestión desde la Persona, buscando el
crear vínculos y que las personas encuentren sentido. Es decir, la clave en el
trabajo con la exclusión social, estaría en entender a la persona desde 5
vértices, que son: El relato; los derechos; los vínculos; los bienes y las
fuerzas. Y todo esto desde la pregunta por el Sentido.
En el informe del Centro de
Investigaciones de UNICEF (2014) se exponen una serie de perspectivas sobre el
modo en que la recesión ha afectado a los niños del mundo desarrollado (países
de la Unión Europea o de la OCDE):
En 23 de los 41 países objeto de
estudio, y en muchos de los países más poblados, la pobreza infantil (niños que
viven en hogares con ingresos inferiores al umbral de pobreza) ha aumentado
desde 2008. España se encuentra entre los 10 países en los que más ha aumentado
la pobreza infantil. Sin embargo, 18 de los países evaluados han logrado
reducir la pobreza de manera notable, entre los que están Chile, Polonia o
Australia.
La recesión ha golpeado con extrema
dureza a los jóvenes, de ahí que el porcentaje de ellos que no cursan estudios
ni trabajan (conocidos como “NINI”) haya crecido de forma espectacular en
muchos países. En 2013 había en la UE 7,5 millones de jóvenes (casi el
equivalente a la población de Suiza) que ni cursaban estudios ni trabajaban
(cerca de un millón más que en 2008). España cuenta actualmente con un
porcentaje cercano al 19% de jóvenes entre 15 y 24 años que no cursan estudios
ni trabajan, frente al 14,3% del 2008.
Entre 2007 y 2013, la sensación de inseguridad
y estrés aumentó en 18 de los 41 países, según 4 de indicadores medibles de
autopercepción: acceso a los alimentos, satisfacción vital, sensación de estrés
y percepción de que los niños tienen la oportunidad de crecer y aprender en su
país. En concreto en España han empeorado los 4 indicadores en los últimos
años, encontrándose nuestro país entre los 5 países más afectados en estas
cuestiones.
Según la Organización Mundial de la
Salud, la depresión se convertirá en 2020 en la segunda causa de incapacidad en
el mundo, sólo por detrás de las enfermedades isquémicas (angina de pecho,
cardiopatías), mientras que en 2000 ocupaba el cuarto lugar.
Algunas conclusiones y áreas de
mejora señalada en los estudios de revisión son: las intervenciones en
participantes que ya presentan ciertos síntomas de depresión y/o pertenecen a
grupos de riesgo (p. ej. presentan un pensamiento pesimista o bajo nivel de
ingresos familiares) tienen un efecto más claro; son necesarias sesiones de
seguimiento para mantener los efectos; usar las nuevas tecnologías; enfoque
multidisciplinar que fomente estilos saludables (adecuada alimentación,
práctica de ejercicio físico...) etc.
En un reciente meta-análisis de
Merry y colaboradores (2011), los autores concluyen que existe suficiente
evidencia para afirmar que los programas de prevención de la depresión pueden
prevenir la aparición de los trastornos depresivos. Estudios recientes señalan
que las intervenciones de prevención de la depresión podrían ser una medida
eficiente de ahorro sanitario (Mihalopoulos et al., 2011).
En resumen, se resalta la necesidad
de invertir en intervenciones de prevención de la depresión en jóvenes en
general y aumentar las investigaciones en el ámbito español, en particular,
dados los efectos positivos a nivel personal y social, así como medida
eficiente de ahorro sanitario, dada la pertinencia de estas estrategias,
especialmente en el contexto de crisis económica