jueves, 23 de agosto de 2012

Meditaciones ante una vela. Y parte II

2012/08/16 Donostia
Quebremos la vela, porque queremos reflexionar sobra las cosas quebradas, sobre la fragilidad de las Personas, de las Personas quebradas.

Trabajo en toxicomanías y todos los días estoy con personas quebradas. Con personas que sienten que sus vidas se han roto y no tiene sentido mirar más allá. Han perdido toda función, todo sentido, toda esperanza.
¿De qué cuelga la vela? del pábilo. En realidad lo que parece roto, quebrado, es falso. Aún mantiene ese pequeño filamento que le dota de la identidad de la vela. Ese filamento que le permite seguir cumpliendo su función, su sentido. En cada persona también hay algo primordialmente sano, casi inquebrantable y es su origen y fundamento espiritual.

En mi casa, de pequeño, mi madre siempre tenía en un cajón de la cocina velas. Tenían una función. Era relativamente habitual en esas épocas (años 60 - 70) que la luz de casa se fuera. Hubiera cortes de electricidad, por una tormenta u otras razones. En ese momento, todo a oscuras, tengo el recuerdo bonito de sacar mi madre una de esas velas, que estaban ahí "de toda la vida" y encenderlas para poder ver.
Para mí, ese momento mágico, de recuperar la luz gracias a la vela, era toda una fiesta. Ese calor de la intimidad que da la luz de la llama, era especial. Pero, es que, esas velas de tanto usar eran viejas, estaban quebradas. No recuerdo cuando fueron nuevas. Tenían su especial sabor añejo. Y aunque quebradas, recibían todo su sentido al volver a ser encendidas.
Aún más. Si estaban quebradas, pero sin llegar a partirse el pabilo, eran más especiales. Con mis ojos de niño, veía como con sumo cuidado las manos de mi madre sostenían pacientemente las dos mitades de la vela, permitiendo que las gotas de cera recorrieran la parte quebrada y recuperara la solidez anterior. Y con la paciencia de una madre, conseguía, sin quemarse, volver a unir las dos partes y convirtiéndola en una única.
Recuperaba la unicidad. Se unían lo sano y lo insano. Aunque la vela es inestable, poco a poco, al volver a cumplir su función, una vez más, y devolvernos la luz en la oscuridad de la noche tormentosa, al final de un tiempo esa "herida" se reparaba, gota a gota. Mientras da de sí misma, cumpliendo su función, recibe la cera que repara el daño del pasado.

Las personas que atiendo en mi trabajo y que tengo la fortuna de conocer, están también falsamente quebradas. Sí están heridas y les ocurre parecido que a las velas. Se sienten sin esperanza. Sin capacidad de seguir iluminando, de seguir cumpliendo su función de personas, su sentido en la vida.
Pero con sumo cuidado y mucha paciencia los diferentes personas que creemos en lo sano de cada uno de ellos, les ayudamos a seguir iluminando a su alrededor. A seguir cumpliendo su función en la vida. Y este mismo gesto es el que poco a poco, gota a gota irá reparando. El permitirles, el animarles, a volver a intentar iluminar y dar. El permitirles que vuelvan a poder seguir entregándose a los otros, a Transcender, es lo que les va a permitir recuperar la esperanza e ir reparando sus heridas, sus vidas casi quebradas.

En recuerdo de Pili