lunes, 2 de mayo de 2011

Soledad


“La máxima preocupación de los prisioneros se resumía en una pregunta: ¿Sobreviviremos al campo de concentración? De lo contrario, todos estos sufrimientos carecerían de sentido. La pregunta que a mí, personalmente, me angustiaba era otra: ¿Tiene algún sentido todo este sufrimiento, todas estas muertes? Si carecen de sentido, entonces tampoco lo tiene sobrevivir al internamiento. Una vida cuyo último y único sentido consistiera en superarla o sucumbir, una vida, por tanto, cuyo sentido dependiera, en última instancia, de la casualidad no merecería en absoluto la pena de ser vivida”

(Frankl, V. E. (1993) El hombre en busca de sentido. Barcelona: Herder)


“La máxima preocupación de los vecinos del barrio se resumía en una pregunta: ¿Sobreviviremos al salir del paro, de esta crisis, de esta miseria? De lo contrario, todos estos sufrimientos (deslocalización, explotación laboral...) carecerían de sentido. La pregunta que a mí, personalmente, me angustiaba era otra: ¿Tiene algún sentido todo este sufrimiento, todas estas muertes (drogas, violencias, soledad)? Si carecen de sentido, entonces tampoco lo tiene sobrevivir a esta época. Una vida cuyo último y único sentido consistiera en superarla o sucumbir, una vida, por tanto, cuyo sentido dependiera, en última instancia, de la casualidad no merecería en absoluto la pena de ser vivida”