(Frankl, V. E. (1993) El hombre en busca de sentido. Barcelona: Herder)
“La máxima preocupación de los vecinos del barrio se resumía en una pregunta: ¿Sobreviviremos al salir del paro, de esta crisis, de esta miseria? De lo contrario, todos estos sufrimientos (deslocalización, explotación laboral...) carecerían de sentido. La pregunta que a mí, personalmente, me angustiaba era otra: ¿Tiene algún sentido todo este sufrimiento, todas estas muertes (drogas, violencias, soledad)? Si carecen de sentido, entonces tampoco lo tiene sobrevivir a esta época. Una vida cuyo último y único sentido consistiera en superarla o sucumbir, una vida, por tanto, cuyo sentido dependiera, en última instancia, de la casualidad no merecería en absoluto la pena de ser vivida”